El 14 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Dermatitis Atópica, una de las enfermedades no contagiosas de la piel más frecuentes que afecta en especial a bebés y niños. Los pacientes que padecen esta enfermedad, también conocida como eczema atópico, se caracterizan por tener una piel frágil que requiere cuidados específicos.
La dermatitis atópica es una inflamación de la piel benigna muy frecuente, que se manifiesta en forma de manchas rojas, a veces supurantes y a menudo secas, con tirantez y picor muy intenso. El eczema comienza en los primeros meses de vida y a menudo cesa a lo largo de la infancia.
Si bien no es imposible, es raro que persista en la edad adulta. Se presenta por lo general en el rostro (párpados, mejillas), el tronco y las extremidade (codos, rodillas) y las manos. Se trata de una enfermedad crónica que además de afectar la piel, lleva consigo una carga física, emocional.
La dermatitis atópica afecta entre un 15 y un 30% de los niños, es decir, a más de 1 de cada 5 niños. alrededor del 85% de los casos se manifiesta antes de los 5 años y, según estimaciones, es más frecuente en zonas urbanas y países industrializados.
Entre el 20% al 60% se asocian a afecciones respiratorias como asma, rinitis, broncoespasmos y en el 90% de los casos, los pacientes mejoran o se curan después de la adolescencia. De todas maneras, es fundamental tratarlo durante la infancia.
Los principales síntomas de la dermatitis atópica son:
- Manchas de color rojo o marrón.
- Piel seca, agrietada o escamosa (xerosis).
- Brotes recurrentes de eccemas.
- Prurito (picor o picazón intensa).
- En los bebés pueden aparecer pequeñas protuberancias en las mejillas.