DÍA INTERNACIONAL DE LA FIBROMIALGIA

Nuevas claves para tratar la enfermedad invisible

La fibromialgia desafía a la medicina con sus síntomas a veces incapacitantes y múltiples, en personas jóvenes aparentemente sanas. Lo último sobre sus causas, su relación con otras enfermedades y el mejor tratamiento.

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“Nadie les cree a las personas que tienen fibromialgia, principalmente porque afecta a jóvenes cuyos exámenes  físicos y estudios habituales -como las radiografías o laboratorio- suelen dar resultados normales: de ahí la denominación de la enfermedad invisible”, sostiene el Dr. Pablo De Caso, reumatólogo y especialista en medicina integrativa. La fibromialgia es una condición crónica que presenta como síntomas principales dolor en todo el cuerpo, fatiga severa, problemas para dormir y emocionales. Existen diversos factores que pueden causar esta enfermedad, que por lo general afecta a personas entre 20 y 50 años.

El empoderamiento del paciente a través de la validación de los síntomas -ya sean psicológicos, dolor generalizado, problemas digestivos, etc.- es el primer paso para una terapia exitosa contra la fibromialgia. “El paciente bien informado y su familia deben ser los protagonistas de la rehabilitación. El médico tratante proporciona las herramientas para facilitar esta transformación”, afirma De Caso. Cada vez hay más herramientas para apoyar el diagnóstico y tratamiento dirigido según las necesidades de cada paciente. 

Loa gatillos de esta enfermedad

El estrés es el principal impulsor de la fibromialgia. Esta reacción continua y/o cierta composición genética podrían conducir a una sobreproducción constante de adrenalina. El estado hiperadrenérgico persistente provoca insomnio; luego el sistema persistentemente hiperactivo produce agotamiento y fatiga.

“Los impulsores frecuentes de la fibromialgia son los siguientes: ambiente doméstico vicioso, insatisfacción laboral (tareas repetitivas no gratificantes, acoso, turnos de noche), personalidad rígida-perfeccionista, tabaquismo, sobrepeso, sedentarismo,  y dieta poco saludable, entre otros”, describe De Caso.

Los últimos hallazgos evidencian que además,  la fibromialgia tiene un componente autoinmune. “La fibromialgia coexiste con frecuencia con síndromes autoinmunitarios como la tiroiditis, el síndrome de Sjögren o el lupus. La fibromialgia juvenil, por otra parte, a menudo se superpone con el síndrome de fatiga crónica, el síndrome de taquicardia ortostática postural o el síndrome de activación de mastocitos,” explica el profesional.

Además, hay personas que tienen fibromialgia y sufren alteraciones digestivas que se producen debido a sensibilidades alimentarias como la intolerancia a la glucosa, SIBO (sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado) y el intestino permeable.

 

Las claves de la inflamación

Para abordar la enfermedad de forma integral, es importante que los entornos médicos sean complementados con terapias no farmacológicas multidisciplinarias para la fibromialgia. “Idealmente, el grupo terapéutico debe incluir un psicólogo para implementar la terapia cognitivo-conductual,  un entrenador certificado (Health Coach)  y una nutricionista dietista para formular un plan nutricional adecuado”, destaca De Caso.

La actividad física, el control del estrés y la alimentación antiinflamatoria colaboran en el control de los síntomas, que a menudo se tratan también con medicamentos. A nivel celular, las disfunciones mitocondriales pueden desencadenar la fibromialgia, provocando fatiga después del dolor. Actualmente también hay pruebas para valorar la función de las mitocondrias.

Un factor clave al que no hace tanto tiempo se le da valor es la disfunción intestinal (intestino irritable, disbiosis, intestino permeable) que podría fácilmente generar una inflamación sistémica. “Si el intestino se inflama, la inflamación podría propagarse por todo el cuerpo conforme se multiplican las citoquinas, moléculas causales  de inflamación”, expone De Caso. Existen pruebas de microbiota que permiten evaluar la funcionalidad del intestino, como la “FibroKit”, desarrollada por Pronacera Therapeutics y la Universidad de Sevilla (España). La empresa argentina Innovum lo provee en Argentina.  Permite realizar un estudio de microbiota y valorar la funcionalidad del sistema inmunológico, a través de una muestra de sangre y materia fecal, con técnicas de ADN.