Antes, mucho antes de convertirse en una modelo famosa; antes, mucho antes de casarse y tener dos hijos; antes mucho antes de sufrir un matrimonio cruel y violento que derivó en un divorcio conflictivo, Julieta Prandi escribía. Tenía 12 años cuando se asomó la literatura. "En mi casa, todos somos de escribirnos cartitas y mensajes. Desde mi lugar de hija menor y 'Piojo', como me siguen llamando, para fechas especiales siempre esperan que les escriba algo. Por ejemplo a mi mamá, para el Día de la Madre puedo no regalarle nada, pero llega a faltarle la carta y arde Troya", le contó Julieta Prandi a la periodista Analía Severino en una entrevista para la Revista Pronto en 2007, cuando intentaba evocar sus primeros contactos con la escritura. Y agrega: "En el colegio era re traga. Como escribo desde los 12, me encantaba análisis sintáctico. Les hacía las pruebas a todos mis compañeros porque era una luz. Si me equivocaba en una cosa, todo el curso tenía el mismo error".
Incluso cuando ya era una modelo profesional, Prandi destacaba que nada le gustaba más que escribir. "Es mi sueño máximo, más que todo. Fue lo único que tuve claro a los 12 años. El modelaje empezó en el año 2000 por casualidad y no lo podría haber encarado sin este cuerpo. En cambio, la escritura podría haber sido lo mismo aunque no tuviese buenas formas. Amo mi trabajo y lo disfruto, pero no es lo que ambicioné toda mi vida. La literatura si", dijo en aquel momento con 26 años.
Lo más fuerte fue cuando reveló qué es lo que despertó esa necesidad de volcar en palabras sus sentimientos. Y cuenta que a esa temprana edad escribió el poema que más le gustaba. "Tuve una experiencia personal muy dolorosa. Tenpia 12 o 13 años. Te cuento este pedacito nada más porque no me gusta ahondar en el tema. Mi primer novio murió y ahí empecé a escribir. Fue terrible, era mi primer amor, por ahí estaba adelantada en un montón de cosas, porque viví siempre muy rápido. Por eso a los 16 años ya no quería ir a bailar. Viví de chica cosas que por ahí no vive una chica mucho más grande. Pero bueno, me pasó: conocí a esa persona, me enamoré. Por ese golpe empecé a expresar mucho por escrito porque tampoco tenía forma de expresárselo a él. Hubo mucho tiempo en el que solo le escribí a él.
Al dolor de la muerte se sumó el contexto. "Murió en un accidente de auto yéndome a buscar a mí a Pinamar. El tenía 18 años. Yo era chica, me dolió muchísimo, encima de la forma en que murió, Me costó mucho superarlo. No lo entendía, me culpaba, todo junto", explicó. Aquellos poemas los firmaba bajo el seudónimo Lucía Cavallero.
SUS POEMAS DE ADOLESCENTE
De aquellos tiempos de escritora incipiente, Julieta recordó que iba a un taller de literatura con una profesora llamada Valeria: "Yo sabía que tenía el don, pero no sabía si estaba utilizando bien las técnicas de escritura. Quería saber si lo que estaba escribiendo estaba bien. Empecé a conocer técnicas, métricas, ella me hacía ejercicios para escribir cosas que no hubieras pensado. Porque uno, si no, siempre se enfoca en lo mismo. Ella me daba disparadores. Ahora leo lo que escribía antes y me doy cuenta de que me faltaba. Después de escribir algo, ella a la clase siguiente me traía textos de otros autores que escribieron sobre el tema. Empecé a conocer a otros escritores. A Alejandra Pizarnik no la conocía y me encantó. Clarise Lispector es mi preferida. Empecé a ver a Cárdera. Vimos a Kafka, que era mi asignatura pendiente."