Rodeada por sus perritos en su casa de Zona Sur, donde además comparte el terreno con sus hijos, Noemí Alan (64) pasa sus días con tranquilidad, lejos del bullicio de la ciudad y de los flashes que en otras épocas la perseguían por todos lados. Hace un tiempo, sobre todo desde que comenzó la pandemia, que la Tana no está con trabajo continuo y añora para este año volver con todo. En 2022 tuvo un toque y me voy con el teatro ya que la llamaron para reemplazar por unos días a Gladys Florimonte en la revista Cobra K que encabezó Nito Artaza, y eso la dejó con ganas de más.
En diálogo con Pronto, hizo un análisis de sus últimos 12 meses, habló de su presente y se proyectó a futuro. “El año que se fue estuvo bien y creo que el que viene va a ser mejor”, se esperanzó Noemí. “Con todo lo que pasamos con el tema de la pandemia, entendí que la felicidad y la tranquilidad espiritual no pasan por cuestiones materiales. Esta pandemia nos enseñó a todos por igual porque le tocó al todo el mundo: a humildes, a millonarios, a fabricantes, a barrenderos, a amas de casa; no tuvo clase social”, analizó.
-¿Y a vos cómo te pegó la pandemia?
-Yo estaba muy asustada porque soy diabética, celíaca y fumadora. Realmente me cuidé mucho además de darme todas las vacunas. Casi no salía de casa y me cuidé como nunca en mi vida porque era de riesgo. Por suerte, nunca tuve covid y puedo decir que tuve un 2022 muy tranquilo.
-Pudiste volver al teatro.
-Sí. Si bien fue un reemplazo que hice de alguien que quiero mucho, que es Gladys Florimonte a quien considero una genia, me encantó el desafío. Fue una responsabilidad muy grande porque, además, no había hecho nunca teatro de revista. Todo el mundo me llama vedette y yo nunca hice teatro de revista. Muy loco, ¿no?
-Sí. O sea que tuviste tu primera vez.
-Sí pero no hice de vedette sino de capocómica. Es la primera vez que me convocan para hacer una revista y fue un mundo maravilloso, que conocí con tanta gente y los bailarines que corren de acá para allá. Las plumas van y vienen y la pasé muy bien. Me puse un traje con brillos pero el mío no tenía plumas.
-¿Eso queda para la próxima?
-No, ya no estoy para las plumas, mi amor. ¡Ya no estoy para la tanguita sino para la malla enteriza! Lo tomo con humor y me divierto.
-¿Y no pudiste hacer temporada este verano?
-No, la verdad que no. Tuve un par de propuestas para el verano pero nada que me interesara, más allá de los libros que algunos ni los recibí. La parte económica no me interesaba.
-¿Era muy baja?
-No, no era muy bajo: no existía. Solamente porcentaje y a esta altura no puedo hacer eso. Si fuera una chica joven, que todas las noches la invitan a comer y pasarla bien, vaya y pase. Pero ya no puedo hacer eso. Además, me decían: “Ay, pero vas a encabezar”. Escuchame: con los años que tengo de trayectoria, a mí el cartel es lo que menos me interesa. Quiero gente arriba que convoque mucho más que yo. Aparte quiero que me paguen lo que merezco porque todos necesitamos ir al supermercado. Estos no son productores de verdad: ¡yo así también me hago productora!
-¿Con quién vivís?
-Acá están mis hijos pero hemos dividido la casa. Les dejé la casa grande a ellos: en una parte está mi hija más grande, Lara, con su novio Lucas y en la otra mi hijo Jano con su novia Antonella. Y yo estoy en una especie de cabañita que me había hecho antes, pegada a la casa grande. Tenemos contacto todo el tiempo pero cada uno tiene su lugar y yo no soy de meterme a la casa de los chicos, para nada. Nos mandamos WhatsApp si queremos tomar un mate juntos o un tereré.
-¿Cómo sos como suegra?
-Bien, soy re piola. No me meto, soy cordial y me gustaría que fueran un poco más afectuosos conmigo. Pero ellos no son muy afectuosos y yo soy abrazadora, besuquera y ellos no tanto. Lo importante es que veo a mis hijos felices.
-¿Te gustaría ser abuela?
-Me encantaría pero por ahora no pasa nada. Hace poco le pregunté a mi nuera y me respondió: “Para eso nos regalaste el perro”. O sea que no quieren saber nada. Mi hijo me había pedido un perro de regalo, un ovejero belga, y lo tienen como un chico. “Ya lo tenemos a Evans para eso”, me contestó.
-¿Cómo estás de amores? ¿Seguís con Martín Lema?
-Sí, somos buenos amigos a pesar de la diferencia de edad. Es un chico uruguayo encantador, muy respetuoso, muy simpático, alegre y hace un mes y medio que no nos vemos, aunque nos Whatsappeamos todos los días. Desde ya que no es una relación de pareja seria, digamos.
-No es una relación convencional.
-No, para nada. Si viene a visitarme, está todo bien y salimos a tomar un cafecito. Cuando nos encontramos la pasamos bárbaro. El me saca a pasear y me encanta. Martín vive en Uruguay con su familia y solemos salir a comer a lugares lindos y baratos. Vamos a caminar por Puerto Madero o por Palermo. Quisimos ir al Planetario pero no había lugar. Salimos a recorrer la ciudad.
-Te siento enganchada.
-Lo quiero mucho, sí, pero sería absurdo estar enamorada de una criatura. Tiene 40 años menos que yo, sería una ridiculez. ¿Si fui a Uruguay a conocer a su familia? No, no, me moriría si conozco a mis suegros a esta altura. Capaz tienen mi misma edad; ¡me muero! Es una amistad linda y real la que tenemos con Martín. Nos contamos cosas que nos importan y salvo la diferencia de edad, nos preocupamos por cómo está el otro.
-¿Lo ves enamorado?
-¿Sabés que sí? Deseo que él encuentre una chica joven, que sea buena persona y lo quiera bien. Eso se lo digo siempre y él me responde que le gustan las señoras mayores. Para formar una familia va a tener que buscar una chica de su edad.
-¿Te ves con gente del medio?
-No porque vivo bastante alejada, en Berazategui, así que me cuesta mucho trasladarme. Miro mucha televisión y por estos días miro mucho los noticieros. El caso de los chicos que desaparecieron en Florencio Varela cuando encontraron el auto quemado me hizo muy mal porque uno de ellos, Lucas, era compañero mío de la clínica de rehabilitación por depresión, Por hoy. Me enteré la noticia por la tele y por el grupo de compañeros de WhatsApp y me hizo muy mal.
-¿Cómo te llevás con tus vecinos?
-Bárbaro. Todo el mundo me conoce en el barrio, me saludan por la calle y como en mi zona son todas casas bajas, son vecinos que viven acá hace 40 o 50 años. Existen, por ejemplo, los fiados como si fuera un pueblo.
-¿Qué mirás en televisión?
-Series. Me encanta Chicado Fire y me engancho con Netflix. Mis días arrancan temprano porque también me duermo temprano. A las 11 de la noche estoy dormida y a las 7 de la mañana estoy despierta. Me tomo mi vaso de yogurt, atiendo a mi perrito Moro y mi hija tiene otros dos perros más: un bulldog inglés y una dogo de burdeos. Mi hijo tiene un ovejero.
-¿El tuyo qué es?
-¡El mío es marca perro! Es una cruza de salchicha con schnauzer. Es medio monstruito pero lo amo. Tiene la cabeza del schnauzer pero el cuerpo largo del salchicha. Es bueno pero muy ladrador. ¡No para de ladrar!
-¿Cómo siguen tus días?
-Me tomo un cafecito y ya después me preparo el mate. Ahí en el mate desayunamos con Moro, le doy su galletita y yo como las mías. Mi perrito es muy frutero y verdulero. Acá en casa tengo una quintita donde tengo tomates, berenjenas, ahora planté radicheta, cebollita de verdeo y la cuido yo sola. Es chiquita y puedo con todo. Llamo para que me trabajen la tierra y después la cuido yo. A veces me duermo mi siestita y lo importante es que estoy bien, gracias a Dios.
-¿Qué te falta?
-Trabajo. Me gustaría volver a trabajar en lo mío, esa es la verdad. Además lo necesito económicamente. Ya saldrá. Tengo fe.
-¿Y si levantás el teléfono y pedís laburo?
-Es que ya no conozco más a los productores. Ahora son todos chicos jóvenes, que no conocen a nadie. Pero uno nunca sabe quién puede leer esta entrevista y quizás se le prende una lamparita y me convoca. ¿Quién te dice?
Por Nicolás Peralta
Fotos: Gentileza Noemí Alan
La entrevista completa con Noemí Alan y muchas más están en la edición digital de enero de revista Pronto, que se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este enlace