SU EXPERIENCIA

Luis Ventura habló en profundidad sobre su hijo Antoñito: "Todavía no habla, yo trato de ayudarlo todos los días"

El periodista se refirió a la relación que tiene con el niño de ocho años.

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En una entrevista con Florencia Peña en LPA, Luis Ventura habló en profundidad sobre su hijo Antoñito, a quien tuvo con Fabiana Liuzzi hace ocho años. En varias ocasiones el periodista contó que el niño tiene un problema neurológico, y ahora se refirió a cómo es su relación con él.

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"Con mis hijos tengo una gran relación. Son mis padres", dijo el integrante de A la tarde al referirse a Nahuel y Facundo, sus hijos mayores. Y sobre Antoñito, precisó: "En realidad, soy como el abuelo de mi hijo".

"Me tuve que reinventar. Descubrí un mundo como el de la neurología, que tiene una importancia y una relevancia de la que no tenemos noción. La nuestra es una relación especial porque me tengo que guiar por otro tipo de lenguaje", contó el periodista y agregó: "Antoñito todavía no habla, está buscando la palabra y yo trato de ayudarlo todos los días. Tiene que ser estimulado permanentemente".

"Hay momentos que son difíciles porque neurológicamente hay que entender y saber leer lo que le pasa, muchas veces. Y no le puedo estar explicando a todo el mundo cual es mi relación con él. A mis tres hijos los quiero, es lo que me pasa, me la banco y que venga la vida", expresó. 

 

 

Cuando Flor Peña le preguntó si sus otros hijos conocen a Antonio, Ventura contó: "Sí, no tienen un trato o una interacción. La vida se encargará de acomodar las cosas. O no. A lo mejor, tiene que ser así la relación, y bueno... Lo que aprendí con todo esto es que cuánta gente hay matándose por un mango, por un escalón más arriba y no tienen noción, aquellos que están sanos, de la riqueza que tienen en sus vidas con la salud". 

"Yo he tenido situaciones catastróficas a nivel de salud y de acompañar la agonía, el dolor, la tristeza y la muerte. Es algo tremendo. Y siendo muy chiquito ya viví y estuve de frente a esas realidades. Tuve que acompañar las vidas de tíos que se estaban yendo y estaban solos, porque eran solterones o viudos. Acompañar esa situación para un chico era difícil porque no se permitía la lágrima. La lágrima me la empecé a permitir con mis hijos. Ahora lloro, me cago si la gente se ríe o no se ríe. No me importa, tampoco. Por mí que se rían", concluyó.