SINCERA Y RESILIENTE

Mariela Fernández habló a fondo de la depresión que le desató la muerte de su padre: "Era tirarme en el piso a llorar hecha un bollito porque no estaba papá"

La periodista habló en Seres libres sobre los momentos más duros de su vida, las adicciones, los programas de TV que tuvo que dejar "porque no daba más" y cuenta cómo hizo para empezar a transitar el camino de la recuperación

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´"Quizá algo de lo que yo pueda contar le le sirva a alguien de los que está ahí, del otro lado, mirando. Y se animen a pedir ayuda porque es la clave cuando uno está atravesando una situación fea como en mi caso fue la depresión". Nunca es fácil exponer públicamente los sufrimientos más íntimos; revelar vulnerabilidades, asumir carencias, confesar las penas. Pero cuando alguien como Mariela Fernández ha encontrado cierta luz en el camino de la sanación, siente que tal vez a otros que permanezcan en la oscuridad ese mensaje les puede ayudar a dar el primer paso.

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Con esa voluntad la periodista visitó Seres libres, el programa de Gastón Pauls, y describió el abismo en el que estuvo. "Se siente como un estado de infierno en el que uno parece que se acostumbra a estar ahí", comenzó hablando de cómo es vivir con depresión. Aunque cuando Gastón le pida que la defina Mariela dirá: "Se me ocurre una palabra: oscuridad".  Después desarrollará ese camino tortuoso que tuvo que atravesar y contra el que aún pelea. "La depresión es negrura, el sinsentido, el perder el gusto y el entusiasmo por la vida, el no tener motivos 'para', el no tener un objetivo, el no tener nada teniendo lo todo. Porque mucha gente comete el error de decir cuando una persona está transitando por un estado como ese 'eh, pero si tenás laburo', 'está tu hija divina', 'te va re bien, hacés lo que querés, lo que elegiste'. O sea, sí, tengo todo para estar bien, pero no sé si pasa por tenerlo, sino por una cuestión de ser. Creo que nos han enseñado a tener y no a ser, y cuando uno no encuentra ese ser, aparece esa oscuridad que a mí me desmoronó."

Después Maru reveló en qué momento le cayó la ficha de que estaba atravesando una depresión. "Fue cuando empecé a escuchar mucho al otro. Yo no prestaba atención a esas alertas de los seres queridos, de 'che estás flaca', 'no estás comiendo', 'no te veo bien en la tele, en la pantalla'. Y yo nada, nada. Me la iba dando. O sea, a mí se me muere mi viejo y yo no hago el proceso de duelo automáticamente. No le dedico tiempo al duelo, cosa que lamentablemente muchos cometemos ese error, lo esquivé, lo tapé con laburo y eso fue una olla a presión que al año terminó explotando en un estrés postraumático, que yo lo defino como depresión. Un día salí de la ducha, me vi al espejo desnuda y empecé a observar un poco más allá de lo que cotidianamente veía. Y empecé a ver mis huesos, mi delgadez, me subí a una balanza pesaba 49 kilos," dice.

Don Carlos, el papá de Mariela, falleció el 17 de diciembre de 2017 a los 72 años. Y si bien en 2014 había sido sometido a una cirugía por un problema cardíaco, luego de esa intervención no había evidenciado mayores problemas de salud, por lo que su
muerte dejó en shock a toda la familia de la periodista. “Papá no estaba enfermo en absoluto. Le hicieron un bypass hace cuatro años porque había tenido un infarto, pero se recuperó muy bien de esa operación. Era un tipo fuerte, con empuje, garra y voluntad. Así que la suya fue una muerte súbita e inesperada”, aseguró la conductora en una entrevista con Pronto en abril de 2018.

Mariela junto a su papá, Carlos

 El dolor sumaría nuevos agravantes y Mariela en la entrevista en Seres libres lo revela. "En ese momento, lamentablemente hice abuso de la marihuana porque cometí el error de tapar el dolor con ese recurso que en exceso no es para nada bueno como ningún exceso. Me anestesié durante un año hasta que la olla explotó. Fumando y laburando. Después de a poco empecé a dejar laburos, porque el cuerpo no me daba, porque dormía poco, porque no comía, porque no le mandaba nafta a la máquina. Ya cuando mi hija me hizo la observación y un día me levanté y fui al canal, sentía que no podía salir al aire. Pedí no salir al aire, entré como en una crisis, llamaron a mi hija, a mi vieja y ahí hice una consulta con la que era en ese entonces mi psicoanalista y entre las dos resolvimos que lo mejor era una internación durante 20 días, al final estuve 26 días, hacer un parate, iniciar un tratamiento, no sólo terapéutico como el que venía haciendo sino psiquiátrico cosa que a mí me costó mucho. Porque está mal visto el tema de lo psiquiátrico. Vas al doctor, te dice 'tenés angina' te dan amoxicilina, la tomás, se cura. O sea, están los dolores físicos y están los dolores del corazón, del alma y también hay que ocuparse".

Con Martina, su hija Martina que tiene 22 años

Ante la pregunta de Pauls acerca de qué empezó a reaparecer con el tratamiento, Mariela responde: "El amor propio". Y desarrolla: "Yo creo que hice un gran cambio y lo sigo haciendo porque al día de hoy sigo con tratamiento, ya terapéutico, porque en el tratar el dolor por la pérdida de mi padre, obviamente aparecieron un montón de otras cosas y entendí que no me estaba cuidando yo en esa ausencia de mi padre, en esa pérdida. Uno sabe que los padres se van a morir pero yo nunca pensé que la pérdida de mi viejo me iba a pegar tanto. Me dejó, me tiró... pero era literal, me levantaba a la mañana y era tirarme en el piso a llorar hecha un bollito porque no estaba papá."

Y entonces, ayudó la terapia. "La infancia, la vida, se trabaja. Aparecen herramientas y me di cuenta esto de que no nos enseñan a ser, a desarrollarnos como individuos. O al menos yo no tuve esa suerte, de que me enseñaran a transitar las cosas difíciles de la vida. Siempre era como que estaba mal llorar, no me permitía llorar porque es de débiles. Entonces empecé a hacer como un cambio en esa estructura de base armada. Empecé a eliminar mandatos incorporados que para mí ya no rigen y a elegir los propios. Porque yo creo que en esa oscuridad por más ayuda que vos recibas, psicológica, psiquiátrica, familiar, amorosa, de amigos, es de vital importancia que vos te saques de ahí, que vos te rescates de ahí. ¿Me costó dejarlo? Si, me costó dejarlo en tanto y en cuanto yo no tenía resuelto dejarlo, porque cuando determiné no hacerlo más en pos del bienestar que iba a venir a futuro, apostando a lo que me prometían los profesionales que dedicándome a realizar determinadas rutinas, dejando de consumir iba a poder salir justamente de ese lugar oscuro".   

Junto a Sergio Lapegue, su compañero actual en la FM 100

Mariela también profundizó sobre qué significó la marihuana en su infierno personal. "Fue un problema la marihuana porque llegó en un momento en donde estaba totalmente... se me viene la palabra 'zombie'. Un ente era. O sea, estaba todo el día fumada porque no soportaba la pérdida de mi viejo. Era no querer ver la pérdida mi viejo. Estaba con Bendita, con C5N y ahí me cargo con la 100 y arrancó con Vero Lozano en Telefé. Ahí empiezo con el consumo. Llegó un momento que no eran compatibles. No podés vivir fumado y estar a full en ese laburo. Era una gran oportunidad profesional y económica y la perdí por fumar. Me tuve que bajar del programa, de Cortá por Lozano, de TVR me bajé cuando me habían dado la posibilidad de conducir. Me bajé de todo, me quedé solo con C5N porque era mi zona de confort y mi casa porque hacía años que estaba ahí. Entonces diije 'bueno, la llevo'. La llevé como pude todo ese año, hasta que me di cuenta que ya no podía más. Llegó un punto que ya no podía ir ni a C5N y ahí es donde digo 'hasta acá'. Aprendí a ponerme un límite. Y empecé a darle lugar a mi palabra. Y cuando la palabra aparece, la a-dicción (enfatiza el prefijo para marcar el sentido) desaparece".  

Finalmente el conductor del programa que emite Crónica TV le preguntó si la puerta de la depresión y la marihuana estaban cerradas. "Con el tema de la marihuana puntualmente me pasó lo mismo que con el tabaco porque yo era también fumadora desde los 13 años. Un 1 de enero de 2010, yo tenía 31, 32 años, dije 'no fumo más'. Y saqué el tabaco de mi vida y nunca más fumé. Fue difícil el primer año. Después es la primera cena, la primera juntada con amigos, o sea, es pasar esas primeras veces y fortaleza y voluntad, recordar, tener memoria y decir 'esto a mí no me hizo bien'. No digo que sea malo pero a mí, en exceso, no me hizo bien. Y con respecto a la depresión sé que eso está latente; sé que eso es algo que no sé si se resuelve del todo, si se 'cura', por usar una palabra. Pero sí se puede convivir con esto, o sea, hay recursos, hay herramientas. Yo no es que me levanto todos los días a la mañana y digo 'ay, qué feliz', 'qué linda la vida, ahora es todo color de rosa'. No. Pero entendí que no es ni el vaso medio lleno ni el vaso medio vacío, es el vaso lleno hasta la mitad. Está lleno hasta la mitad y la otra parte, está vacía. ¿Y de eso es la vida, no? Es entender y aceptar lo bueno y lo malo, la risa y el llanto, darle lugar a la tristeza, no tener miedo a atravesar el dolor. A mí me espantaba la idea, le escapaba el dolor y en el escaparle al dolor, me la terminé dando de frente contra la pared. Mi humildísimo consejo: atrévanse a atravesar el dolor. Porque vale la pena. Vale la tristeza. Yo agradezco la crisis. Obvio, ojalá hubiera aprendido sin dármela. ¿Qué es la libertad? Ser. A mí la vida me hizo ser una persona de reprimir, entonces estoy aprendiendo a decir y en ese aprender a decir en ese poner en palabras, siento libertad".